Mediodía. La niebla helada había cuajado en las ramas y hojas de los pinos, quejigos y carrascas. De pronto se ha disipado y ha salido el sol, y el hielo ha empezado a caer con tintineo de cristal sacudido por un soplo de aire, quedando los fragmentos desparramados sobre las hojas secas. Debajo, las hierbas tiernas esperan su momento.
Abizanda (Huesca), 14 de enero
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