La niebla se cuela por el Coll de Toro desde el valle de Arán. El verano se va terminando, es 29 de agosto de 2007. Después de un día de mucho andar y subir al Mulleres por la Escaleta, con tiempo bastante revuelto, volvemos a la civilización. Siempre me cuesta un poco esa vuelta a la cotidianidad. Me encuentro bien al aire libre, aunque luego se agradece estar en casa, es duro pasarse todo el día a merced de los elementos. Hay temporadas en que estás más curtido, hace muchos años podía pegarme 2 semanas de travesía, bajando a los pueblos sólo a por comida, pero ahora no me veo capaz.
Nos vamos acomodando.
Creo ver un punto azul y rojo (y también como dorado) allá en el collado, en pleno centro engironado: ¡eh Vicente!, ¿eres tú?; ¿me ves aquí en el claro?, ¿me oyes? ¡Oyeee!:
ResponderEliminar¿me oyes? ¡te mando de nuevo un saludo!, porque es que de nuevo te aludo. Que no, que no lo dudo. ¡Je je je!
NOS VEMOS, Y*
BUENAS NOCHES COLL DE TORO
Hermosa fotografía, amigo.
ResponderEliminarY tan nos vamos "acomodando" que nuestra referencia es siempre histórica, como en las entradas de los viejos Anales monásticos: 29 de Agosto de 2007, Kalendas de 1990, 15 de... Creo que la "acomodación" pasa por una mirada hacia atrás que duele.
Efectivamente Mujer*Árbol, todo acomodo sobre el devenir del tiempo (que humanamente pasa y corre)"duele", como tú dices, aunque ese dolor simplemente sea ese registro de las neblinas grises que contiene toda resignación. No obstante, si el espíritu de cada cual sabe vitalmente acomodarse en el interior, precisamente, a ese "nos vamos acomodando" (con el que Vicente rubrica el final de su intervención inicial) puede y debería suponer todo un revulsivo positivo para una siempre renovada serenidad desde la contemplación (esa feliz sabiduría de la edad) en nosotros mismos.
ResponderEliminarBUENOS DÍAS Y BUEN ÁRBOL TENGAMOS TODOS
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a ver si puedo entrar
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