Datos personales

Mi foto
Monzón, Huesca, Spain
"El paisaje cercano lo consolaba tanto como a otros les consuela la religión o la música". Robert Macfarlane, The Old Ways

lunes, 19 de enero de 2009

Desde mi ventana



El paisaje cercano, como fuente de inspiración.
Desde mi ventana, en diversos momentos de los últimos 4 años, siete instantáneas que reflejan el paso de las estaciones y otra vuelta más de tuerca de la imparable huella humana sobre lo que ya estaba humanizado.

5 comentarios:

  1. nteresantes fotografías. Majas, Vicente.

    Pues sí, sigue la inevitable zarpa humana ganándole terreno a NATURA, a esa naturaleza ("campo libre o espacio abierto") no-humanizada, o quizás sea mejor decir mínimamente/poco-humanizada. Y es que somos cada vez más, y cada vez más queriendo poseer (¡TENER!)* y consumir más.
    *TENER, pues. También cabe incluir en ello, de todas-todas, nuestra actual faceta casi autobligada de andar de aquí para allá a todas partes, o sea, dígase la cosa esa del VIAJAR, esa movilización casi permanente, toda una rutina perfectamente asumida e integrada en nuestros modos socio-culturales, principalmente girando siempre en torno al fenómeno del OCIO: más petróleo, más coches, más carreteras-asfalto, más industria pesada detrás de todo esto, más territorio "libre" que restar (más zarpazo, más desmonte); consecuentemente en torno a todo ello: MÁS DE TODO ¡!
    Volviendo al asunto más normalito (y normalizado) de lo que esas fotos tuyas dan directamente a entender o sugerir, simplemente, quiero dejar al aire esta cuestión: ¿deberíamos nosotros, humanos-"terrícolas", comprimirnos cada vez más en plan Benidorm, o New York, por ejemplo, o dar por hecho que deberemos extendernos en el plano (ancho y largo) todo lo que sea menester? Por supuesto todavía se puede apurar "correctamente" (esa sosteniblidad -¡de las narices!- que no parece dar visos de renunciar al típico y burgués bienestar actual), todavía se puede y se debe rehabiltar y re-adaptar más de un espacio de calle y barrio de construcción y diseños viejos, a la vez que edificar en nuevo sobre más de un solar disponible en esos añejos lugares.
    Al final de todo, lo más importante de todo, la CLAVE, va a girar en torno a la idea-práctica (ideal) que debemos hacernos-construirnos sobre la CIUDAD que deberá llegar a hacernos más humanos a todos, esa HUMANIZADA ciudad. Cómo habrá de ser la CIUDAD DE TODOS (globalidades reales de todo tipo ya aprietan), cómo queremos vivir en ella, qué queremos de ella. En el fondo, esa necesidad casi obsesiva (de un modo u grado de otro) en estos tiempos de querer abandonar la ciudad a la mínima de turno, nos está diciendo claramente que a este lugar tan supuestamente "CIUDADANO" (nunca mejor dicho) en el que todos moramos (amamos y nos amorramos) le está sucediendo algo verdaderamente grave, en lo enfermo. Sólo en el momento en que tengamos claro qué vamos a hacer de "ciudad" en ese HUMANIZADOR y fructífero sentido, tendremos de verdad claro también, qué es lo que querremos exactamente de NATURA, que entre otras cosas, estará claro que habrá de pasar por el más sincero respeto hacia ella, el cual no será posible si no acabamos de entender -en espíritu, en conciencia- definitivamente que, a la ELLA (naturaleza), a lo POCO o muchito que aún nos pueda quedar de "libre y pura", la atosiguemos intrusamente lo menos posible, es decir, teniendo a poder ser la menor necesidad posible de ir y escapar a ella de la manera (tan artificiosa y casi tan compulsivamente, por cierto) en que actualmente lo estamos haciendo.
    Que lo más NATURAL en nuestro forma de SER y de ESTAR, como PERSONAS viviendo en COMÚN que somos, sepa crecer, en primer lugar, en la ciudad, y no entre los "lobos", dicho sea figuradamente, pero con doble sentido. Después ya veremos..., a saber ...esos paraísos.

    ResponderEliminar
  2. JOSE Mº MARCO:
    Siete fueron las plagas biblicas, pero ninguna tan demoledora y agresiva como las plagas actuales a saber: acero y hormigon, intereses creados (y no los de Jacinto Benavente), ansiedad por el poder... y todo, dicen, por el estado del bienestar (que sera eso)

    ResponderEliminar
  3. Seguiremos tus pasos.
    Saludos
    Manolo

    ResponderEliminar
  4. Joé Mª Marco, te digo:
    A propósito de lo que de afeador y "uniformadoramente" gris tiene en sí mismo el hormigón tan plantado en lo plano frío y tieso, y en especial lo que toda construcción y arquitectura de esos edificios (ya rascacielos como ya arrasa-suelos) sin alma alguna (por dentro y por fuera) representan en el mundo de hoy, aquí dejo caer la siguiente reflexión alegórica de Ernst Jünger, JOSE MARI:

    -Escrito en su diario, en Hong-Kong, 31 de Julio de 1965-
    "Cuando se emplea hormigón se edifica para vender rápidamente los edificios y vislumbrando por adelantado que habrá grandes destrucciones. Ya no es tierra natal lo que ahí hay, sino simple cobijo; desierto humano en el que el agua escasea cada vez más. Es bueno que no esté desarrollándose ningún estilo; eso no cambiará hasta que el progreso se haya matado a fuerza de correr. Entonces cambiarán también los materiales, pues, lo mismo que el reposo y el movimiento, la forma y el contenido están aspirando una y otra vez al equilibrio."
    Ernst Jünger

    ResponderEliminar
  5. De nuevo, y desde el matiz de otra perspectiva, volvemos a la cosa “hormigón-asfalto”, y quiero decir que:
    a todos nosotros los que por aquí andamos, por estos abiertos y verdes aires de naturaleza, por esos vividos-sentidos hallazgos silvestres de vida y otros paisajes con calma, nos chirría muy lo suyo este mundo de hoy tan encofrado en el duro gris del cemento, pero lo que deberíamos tener siempre en cuenta es que, precisamente, ese cemento, ese hormigón y todo ese asfalto del que estamos hablando, bien que nos ha permitido y facilitado hasta ahora tener muchísima más accesibilidad a ese mundo de NATURALEZA y postal. Y no es que yo esté haciendo un elogio y una defensa especial de ello, pues sigo pensando en ello como algo que en sí mismo es extraño y es feo, que lo que pretendo hacer ver no es otra cosa que la de nuestro deber ético de ser por lo menos, HUMILDES, a la hora de ponernos tan facilonamente demoledores desde la sempiterna ironía despectiva de nuestro desprecio en la boca. O sea, el hecho de que estemos tan a menudo en medio de ese monte, de esa naturaleza (con especial parada en esas montañas del alma) se lo debemos, nos guste o no, a que existen hoy en el mundo esos engendros autómatas de cuatro ruedas y esos “caminos” de asfalto, tan patéticamente planchados, igualados y desasosegantemente aburridos, que ¡lo que son las cosas! nos trasladan, nos trasportan, a esa misma Naturaleza que tanto nos susurra seduciéndonos, ya en situ, como ya quietos en casa “viéndolas” venir en el sentir (o SINITIENDO que ya las vemos ¿venir?).
    Pues eso, ...que, independientemente incluso de la existencia de esas utilitarias máquinas rodantes ¿verdad que no queremos nuestras calles llenas de agujeros, barro y hierbajos? Pues eso –repito-: ASFALTO y casita nuestra bien COMPACTA.
    Seamos humildes cuando hay que serlo, y orgullosos (no soberbios) cuando hay que serlo también. Es muy fácil andar por la vida de humilde cuando vamos y estamos en pleno, natural (salvaje o “virgen”) e idílico monte. Mas no nos falte nunca lo montano. Por supuesto. Y AMISTAD para ello.

    ResponderEliminar