Cerca de casa y del castillo de Monzón vive un humilde helecho que aprovecha los restos de una paleoterraza del río Cinca (que data de 1 millón de años atrás) para vivir.
No hay demasiados ejemplares y lo pasan mal por el clima tan contrastado que disfrutamos por aquí. Se llama Cheilanthes acrostica, y en la provincia de Huesca se conoce de muy pocos puntos, además de Monzón: Estopiñán, Olvena, Sahún y San Cosme de Guara.
En la imagen lo vemos junto a un bolo de granito arrastrado por las aguas impetuosas del Cinca hace mucho tiempo
Doy la vuelta al bloque rocoso desprendido de la zona superior del saso y, ¿qué me encuentro? Maldita sea, basura de la peor especie, una batería de coche que alguien (con muy poco cerebro) arrojó impunemente desde el campo de tiro que se encuentra 70 u 80 metros más arriba.
Subo ladera arriba, buscando más helechos. En este bloque viven 4 ejemplares de Cheilanthes acrostica. Por cierto, que el grosor de la base arcillosa sobre la que descansa indica la pérdida de suelo por erosión desde que el bloque fue a parar allí.
Otra imagen de Cheilanthes acrostica, que no se marchita en invierno; todo lo contrario, la humedad de las nieblas le viene bien para reverdecer
Doy la vuelta al bloque rocoso para fotografiar líquenes y me encuentro (una vez más), otro tipo de basura tan peligroso o más que el que representa una batería tirada en el monte: acumulaciones de perdigones procedentes de los disparos del tiro al plato. Seguro que algún ave ya habrá muerto envenenada por su causa, por ingerirlos, quiero decir.
Anochece. Ay, qué mezcla de belleza y desazón.
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