El escalador está abriendo una nueva vía en Mascún (Rodellar, sierra de Guara). Le excita la dificultad, le preocupa la calidad de la roca y le molesta cualquier cosa que signifique inseguridad en los agarres o en los apoyos. No duda en desprender una placa rocosa algo suelta. Saca el cepillo de púas y rasca una zona hasta dejarla como le interesa. Para él, probablemente no signifiquen nada las plantas y animales que viven en la pared rocosa.
Ya está imaginándose la trepada, valorando su grado de dificultad, paladeando la reseña en Internet, la charla con los colegas. Saca el taladro y horada la roca. Fija un nuevo anclaje. Machaca con el martillo un fisurero que ya no sirve.
En su lógica, todo esto encaja.

En el paredón rocoso habita una planta rupícola altamente especializada en colonizar cantiles rocosos calizos sombreados.
Vive aislada en extraplomos, a salvo de los herbívoros, pero no de los desvaríos humanos.
¿Que la planta está catalogada? Da igual. El escalador tiene un permiso firmado por el burócrata correspondiente. Todo legal.

A mí me basta con mirarla. Belleza en estado puro.

Petrocoptis guarensis. Endemismo de Guara: cañones del Alcanadre, Fornocal, Balced y Vero.