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"El paisaje cercano lo consolaba tanto como a otros les consuela la religión o la música". Robert Macfarlane, The Old Ways

martes, 20 de enero de 2009

San Jorge y el dragón


El mito de San Jorge y el dragón, visto por dos artistas: Gaudí en León y Frank Norton en Huesca

Frank Norton, escultor irlandés, habla en su pagina web de esta obra:
"La eterna lucha del Bien sobre el Mal está presente en todas las culturas. Generalmente el Bien está representado por un ser de poderes sobrenaturales, a veces por un hombre de a pie al que las circunstancias de la vida le sumergen en acontecimientos de gran trascendencia. El mal, sin embargo, suele tener unas características comunes en todas sus representaciones... una bestia terrible de inmensa crueldad, capaz de sobrecoger al más valiente de los hombres. San Jorge tuvo que enfrentarse al Dragón. Esta representación de la leyenda sugiere el precio que hay que pagar en aquella lucha, a veces con el sacrificio..."


Este texto y la foto superior de "San Jorge vence al dragón", están tomadas de: http://cpcalzar.educa.aragon.es/esculturaurbana/huesca.htm


¿Cuáles son los seres ¿imaginarios? de nuestra mitología actual?
El mundo -a escala humana-, el curso de los acontecimientos, de nuestras vidas, sigue condicionado por la lucha entre el Bien y el Mal, y por otras dualidades que nos mueven, que nos obsesionan, aunque la óptica, el "de qué lado estás", determina la forma de ver las cosas para unos y para otros.

3 comentarios:

  1. Me inquieta el caballero sin caballo. ¿De dónde han descabal(g)ado al hombre de a pie? ¡Menos mal que cuenta con una espada!

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  2. Pues... ¡je!, en dos de las fotos no hay caballo, y en otro está patas arriba. Aunque en una de las dos que no hay caballo, está claro que santo caballero se bajó de ese equino (era obligado) para rematar definitivamente a la Bestia.
    Mas, efectivamente LA ESPADA* (al servicio del guerrero), en todo su JUSTO simbolismo, que no precisamente una metralleta (ni un titánico bazoka) de la que, al revés (como en general en estos tiempos), ese señor tuviera que ser ciego siervo. ¿Se me entiende?
    Por cierto, ¿van quedando niños aún que jueguen con espadas? Me preocupa -en símbolo- que ese asunto vaya cada vez a menos, y sin embargo vayan a más esos juegos vídeoelectrónicos que se nutren principalmente de militarísimas, mercenarias-mafiosas armas de fuego, escenas macabras en su sangre y su mugre y, guerras definitivamente devastadadoras con olor a pólvora y fuego del inframundo y luces de inspiración bien radiactiva.
    Aunque parece ser que se están imponiendo últimamente esos juego de rol, entre adolescentes y hasta "eterno-adolescentes" 30añeros, y que son juegos, principalmente de temática medieval o galáctica-medieval, lo cual otra cosa es.
    Pues sí: la ESPADA. Ya digo. Y tú dices, M.A.
    MÁS ALLÁ del bien y del mal: ALGÚN DÍA, y si hace falta por San Jorge también, y más por lo que de romano y griego contiene en esencia que por lo de judeo-cristiano, si ser pudiera. Aunquetambién me vale.
    En lo de "folclorito" símbolo aragonés que representa el asunto a fechas de hoy, ahí no entro. No me da la gana. Solamente, el día que un Aragón se supiera reconocer en el espíritu, la cultura, la ley y la "MATRIA" a la que en verdad se debe, saldría yo si fuera menester a bailar dando la nota, pues eso, esa Jota frente al Dragón. Mientras tanto, como las monjas de mi convento, seguiré bailando rock-and-roll.
    Mas AQUÍ del bien y del mal. O sea.

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  3. El mito.- Y de nuevo a propósito de “nuestro” San Jorge y “su” Dragón.

    No hay cultura sin Mito, y menos, cultura “fundacional” sin mito alguno. De ningún tipo, de cultura. Otra cosa es que el imaginario actual en lo concreto (y ese su mobiliario” en arte, en monumento) tenga ya algo que ver con lo que histórica y tradicionalmente estamos acostumbrados a ver, en ese nuestro husmeo circunstancial (como quien no va con él la cosa) de rasgo apático y desenfadadamente descreído (que es lo que se lleva).
    Se da la paradoja en los tiempos que corren (y que vuelan) de que una tendencia nuestra (irónica y tantas veces socarrónica) a negar a los mitos (al Mito), conlleva cada vez más, lo queramos o no, convertir al individuo en engreído dios, en y de sí mismo, en ese “formato” amorfo al que le conduce su individualismo exacerbado, su “tolerante” indiferencia, su excusadora “solidaridad” de socio “a-fraterno” y funcional, y siempre desde su anhelo hedonista.; ...y es que, sin darnos cuenta, estamos generando desde lo hondo de nuestro fuero interno otro Mito (éste adolecerá, eso sí, de la más mínima alma fundacional), acaso el mito más siniestra y peligrosamente vacío de todos los mitos, no otro que el mito de la diosa-Razón, vestida tan hoy en día con el hechizo permanente de la técnica (tecnología) y la ciencia (incluida toda suerte de ciencia social). El mito más amenazadoramente sombrío de todos; sombrío, porque ya está anidando en lo más matricial de nuestra psique individual y ese su inconsciente colectivo, del que hablaba Carl G. Jung.
    La Razón. Vale. Desde el momento en que nos preguntamos (¿nos preguntamos?) “qué-es-la-razón” , y “quién-tiene-la-razón” (eso sí que nos lo preguntamos, y con el mejor afilamiento posible) podemos ya apercibirnos de la energúmena dimensión del problema.
    En la historia de la humanidad, los mayores crímenes y exterminios se han producido precisamente en los tiempos de la Razón más avanzada, en los más encumbrados tiempos de la Razón, y en nombre de esa misma Razón -valga lo redundante-. Ahí tenemos la macabra e infernal huella que un siglo XX nos ha dejado, que nos ha legado: las 1ª y 2ª guerras mundiales (millones de cadáveres, y la muestra en síntesis de esos bombazos-bombardeos jamás vistos hasta entonces, como el de la “especialísima” bomba sobre Hiroshima-Nagasaki a manos de USA, y el igual de bestial bombardeo de Dresde por las tropas aliadas en el transcurso de 48 horas: 110.000 muertos); el monstruo de los totalitarismos (nazi-fascismos y comunismos de toda ralea dictato-proletaria) con sus exterminios de millones de seres humanos (aquella Alemania, aquella URSS, esa China); la hambruna y la miseria en millones de seres humanos; y el inicio de la era, con claros visos de irreversibilidad, de la contaminación y convulsión tecnológico-industrial a gran escala (con más efecto o no-efecto invernadero del que hoy se habla, desde lo que es verídico y también desde lo que es interesado) que está suponiendo un auténtico colapso físico y biológico para el vital equilibrio ecológico de nuestra planeta.
    Sucede, pues, que al elevar al trono (al trueno de su propio “monoteísmo”) a Doña Razón, la manifiesta tendencia de esta soberbia inercia, tan “iluminada” ella en lo “racionalista”, no ha sido otra que la de dejar a un lado (sombrío lado) al Espíritu, ese espíritu del que siempre habrá de tirar el Corazón, el corazón HUMANO, hacia sus más bellos destinos. Y en este sentido, habría que señalar en conciencia que, el cultural y tradicional mito del dios-Hijo (el Cristo aquel del amor, que hizo su particular trasgresión y rebelión contra el viejo dios-Padre del ordeno y mando), siempre será más capaz de conectar con el SENTIR latidor del hombre que ese mecanicista y titánico imperio de la Razón, y siempre teniendo en cuenta que, por supuesto, esta mitología religiosa (incluido en nombre de Cristo) ha conducido a los hombres (por los propios hombres) a cometer también sus abiertos crímenes y barbaridades. Pero es que el corazón humano, lógicamente no es perfecto por el hecho de ser corazón (por eso es humano) y consecuentemente, los mitos que de uno u otro modo lo representan y transcienden, desde todo estrato de imaginación y proyección, son los que en este sentido, a la luz del mundo humano, lo han puesto también patéticamente de manifiesto.
    Por otra parte, mitos más locales (sus creencias, su religiosidad) en otros pueblos, incluidos los más indígenas en atraso de progreso y desarrollo, han contribuido (les ha permitido) en sus lugares respectivos, a tallar, al menos, todo un armónico equilibrio con el entorno de una naturaleza que es bien dura pero también generosa en relación a las vidas de esos pobladores, independientemente de que, en más de un caso, se den ciertos patetismos de crueldad en el recinto “ritual” de sus relaciones interpersonales (esas comunas, esas sociedades). No hacemos bien cuando criticamos e ironizamos acerca de esos mundos, esos pueblos supuestamente “más atrasados”, aunque otra cosa es que a esas sociedades NO se les permita morar y desarrollarse culturalmente en sus dinámicas de GUETO, pero sobre todo en el aspecto de lo que descarnadamente es puro ritual, dentro de nuestras propias sociedades de cultura absolutamente diferenciada y de LEY COMÚN a la que atenerse.
    En el caso de las mitologías griega y romana, aparentemente obsoletas en la conciencia del mundo de hoy, hay que decir que todavía se mantienen más latentes y frescas de lo que creemos en los substratos de nuestros modos culturales, ahí emboscadas en la forma de las palabras (nuestras lenguas y lenguajes) pero aún más en el fondo (sus esencias, sus conceptos, siempre en el hilo conductor de más de un aspecto etimológico), fondo que ha no ha dejado de ir perfilando el propio modelo del pensar y la filosofía occidentales, sin el cual, de ninguna manera se entenderían hoy muchas cosas, y aunque tuviéramos que prescindir de toda la teogonía presocrática (esa genealogía de dioses antes de Sócrates), lo cual tampoco es posible. Algo tan sencillo como la palabra “gracias” (dar las GRACIAS) en aquel “olímpico” y clásico tiempo ya está haciendo referencia a una OFRENDA que se les hacía a unas deidades, “Las Gracias” [“...hijas de Zeus, hermosas jóvenes a las que se acostumbraba a representar en número de tres, desnudas y cogidas por el hombro; también, tradición en la misma Grecia, y de origen más oriental, que las consideraba como diosas de la vegetación.”...]
    El poeta Friedrich Hölderlin dijo algo así como: “Tiempo este en que los dioses duermen..., mas tarde o temprano siempre vuelven”. Y Ernst Jünger (fallecido a la edad de los casi 103 años, en 1997) nos recordaba que, “los dioses se han retirado de la ESCENA aquí en el siglo XX; ahora son los titanes quienes en el mundo imperan”, ...o sea, el racionalísimo mundo mecanicista (ciencia, técnica-tecnología) versus autómatas y versus radiaciones: esa MÁQUINA mundial a la que tan emocionalmente (directa o indirectamente) le estamos rindiendo culto.
    El hombre no puede vivir sin la IMAGINACIÓN, desde esa imaginación que no para de hilar, de construir sus mitos, el Mito. Otra cosa habrá de ser que algún día, ese ser llamado “hombre” pueda llegar a ser superado “por sí mismo” en cuanto tal, y en cuanto concepto actual. Más ahí del bien y del mal. Más allá del judeocristiano Bien, más allá del judeocristiano Mal, en el que todavía estamos inmersos, lo queramos o no, ya en versión de vida y pensamiento religiosos, ya en versión de pensamiento y vida laicos (agnóstica o atea). “¡Humano, demasiado humano!, nos gritó en su día el Zaratustra de aquel Nieztsche desesperado, desesperado de tanta esperanza acumulada por su espíritu pero también “mal-rumiada” por su mente.
    Se me ocurre, para finalizar, en síntesis pero también en paradoja, -pensando en los acontecimientos actuales del fenómeno que desde hace unos 60 años (pero con carga simbólica de más dos mil años), ahora mismo de nuevo y muy especialmente, se están produciendo en el conflicto de oriente próximo (guerra palestino-israelí / árabe-judía)-, que, acaso los peores hados y presagios de lo mítico como de lo más negro de la fría mecánica racionalista (esa justificación perpetua sin alma) del mundo, están confluyendo en ese punto (zona) del orto meditarráneo; que, si ACASO -ya digo- todo ello no nos está hablando-ADVIRTIENDO hace tiempo al mundo, en el sentido de que, todavía, existe un mitO, que de tan viejo y tan podrido lo está envenenando todo (no sólo ahí in situ), y una (en lo soberbio) roedora Razón de cloaca reflexiva que no sólo no está entendiendo nada (porque entre otras cosas nada sabe de mito, ni quiere saber nada) sino que está echando más leña al fuego de lo mundial (por pasiva en compromiso y responsabilidad, o por activa en poses justificadoras y de propaganda). Y lo que me digo a mí mismo es, si (ACASO) no va ya siendo hora de ir preparando, ahora sí, la venida razonable de un MITO, o dígase del mismo sin alterar el factor, la salida mítica de lo definitivamente RAZONABLE.
    Si, no sólo el actual hombre con su Razón entronizada a cuestas, sino los cadáveres aún andantes de según que mitos “de-sólo-UN-LIBRO” anunciando y amenazando siempre tormenta desde el cielo (el monoteísmo), cabría desde el mejor CORAZÓN-de-lo-SENSATO superarlos de une PUTA vez por todas.
    El cristianismo (nuestro mito de espíritu más “carnal”), en este sentido y en medio de todo ello todavía tendría mucho que decir, pero me temo que se le está acabando el tiempo, pues... será porque todavía sigue clavado a esa CRUZ-padre que le ata tan lúgubremente hacia atrás en vez de haber entendido y amado el hecho (HACIA DELANTE) de que esa cruz (cruz-HIJO*) sólo estuvo ocupada aquel día unas horas, y que, CONSECUENTEMENTE, quedó vacía -, no “crucificada”, descendida, en toda su LUZ, para los hombres.
    SEA pues, por el mito de San Jorge (y SU dragón incluido), por ejemplo y siempre en lo razonable, y todavía en y para buena ESTRELLA.
    Brindemos.

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